PRINCIPIOS EDUCACIONALES

MARCO DOCTRINAL

… Toda actividad humana, de por sí, comunitaria: nace del conjunto de los hombres y ese conjunto tiene repercusiones. Más aún, resalta la característica comunitaria en los gestos, actividades e intenciones de la familia de los hijos de Dios. La experiencia educativa por ser humana y cristiana y en razón de sus objetivos propios, es fundamentalmente una experiencia comunitaria.

El Señor instituye la Iglesia para ser comunión de Vida, de caridad y de verdad (cf. LG 9). «Evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino fundamentalmente eclesial» (EN 60).

También la tarea educativa, «parte integrante de su misión evangelizadora» (Puebla 1012), la Iglesia busca la comunión en vista de la creación de la comunidad (EC 16).

La aspiración comunitaria de la Iglesia es del más amplio alcance, anhelando la unidad de todos los hombres y la construcción de proyectos que adelanten y reflejen ese Reino, donde habita la justicia y que el Señor instaurará al término de los tiempos. Los primeros cristianos tenían clara conciencia «de pertenecer a una gran comunidad que ni el espacio ni el tiempo podían limitar» (EN 61). La labor educativa de la Iglesia, en la medida que aspira a la comunión y realiza pasos concretos para conseguirla, contribuye a este ideal.


EDUCACIÓN

«La educación católica ha de producir los agentes para el cambio permanente y orgánico que requiere nuestra sociedad mediante una formación política inspirada en la enseñanza social de la Iglesia» (Puebla 1033, cf. 793).

En nuestro continente y, muy especialmente en nuestro país, en esta hora, este rasgo de la formación del hombre necesita ser apreciado y rescatado de múltiples equívocos. La «demonización» del concepto de política invita a un desinterés y frivolidad y vivir «al minuto» que no permiten al cristiano incorporar al bagaje de su cultura el compromiso del crecimiento de las cosas temporales en vista de su fin humanizador y solidario.

La «absolutización» de la acción política recorta al hombre de otros aspectos tan importantes y eficaces como ella: la interioridad, la fantasía creadora, la amistad…


HACIA LA COMUNIDAD EDUCATIVA

Nuestra misión educativa está consciente que, concretamente, puede responder al desafío de un ofrecimiento pedagógico y humano original y fiel a sus raíces, conjugando la excelencia académica con el crecimiento humano y la creación de la comunidad. «La escuela católica, al igual que las otras escuelas, busca cumplir los fines culturales de la escuela y la formación de los jóvenes. Mas, su nita distintiva es crear un ambiente escolar comunitario impregnado por el espíritu evangélico de libertad y caridad» (GE 8).

Nuestras comunidades educativas deberán:

  • Ser una verdadera comunidad formada por todos los elementos que la integran.
  • Tener como ideal la humanización y personalización del Hombre.
  • Estar abierta a la comunidad local, nacional y latinoamericana.
  • Ejercer la función crítica que posibilite regenerar las normas y pautas culturales.
  • Convertir al educando en sujeto del propio desarrollo y del desarrollo de la comunidad.
  • Ser dinámicas, con una oportuna experimentación renovadora.
  • Disponibles y preparadas a un diálogo ecuménico (Med.4,19; Puebla 1027-1030).

DIGNIDAD HUMANA

El hombre es el culmen de la creación y la Iglesia así lo valora y respeta. También la educación cristiana busca realizarse teniendo al centro esta valoración del hombre.

Para nosotros el acontecimiento principal y radical de la historia es la unión de Dios con el hombre en Jesucristo. Jesucristo nos da una perspectiva determinada del origen y del destino del hombre y de su misión en el trabajo, la familia y la sociedad.


FORMACIÓN INTEGRAL

La finalidad de la educación autentica es ofrecer a los alumnos una formación integral. Una formación así entendida incluye:

– El desarrollo de todas las facultades humanas del educando,

-Su preparación para el ejercicio de una profesión;

-La educación de su conciencia moral «confrontando e insertando los valores perennes en el contexto actual» (EC 27);

-Su responsabilidad ante los problemas sociales;

-Su apertura a la trascendencia;

-Su educación religiosa concreta.

Una educación integral permitirá la formación de personas aptas al gran ideal que la Iglesia tiene en todo lo que construye: conseguir que «la vida en el mundo se más conforme con la eminente dignidad del hombre y que los hombres tiendan a una fraternidad universal más arraigada» (GS 91).


COMUNIDAD DE IGLESIA Y DE SERVICIO

Nuestras comunidades educativas reconocen a los padres como a los primeros y principales responsables de la educación de sus hijos. El conjunto de la comunidad educativa contribuye a esta misión propia de la familia con su auxilio y servicio técnico.

Al querer ser de Iglesia, en esta comunidad tenderá a crearse todos los elementos típicos de toda comunidad cristiana:

– La referencia al fundamento apostólico (Escritura).

En este plan tendrá su lugar la actividad de anuncio y profecía.

La vida en comunión con los hermanos en la fe dentro de la Iglesia local, contra el individualismo y el aislamiento.

En este plan las actividades de Comunión y Celebración.

-La solidaridad con quienes recibieron, de las circunstancias o del pecado del hombre, una carga más pesada de dolor, tristeza y miseria.

En este plan las actividades de Fraternidad y Solidaridad en vista de la justicia.

Con este esfuerzo la comunidad educativa quiere cumplir la función de servico no sólo a los alumnos, sino también a la sociedad (EC 62).


EL HOMBRE QUE QUEREMOS FORMAR

La comunidad cristiana, en todas sus dimensiones y campos de acción persigue la formación de un hombre lo más cercano posible al hombre nuevo, Cristo Jesús. Toda comunidad educativa cristiana se encuentra en una posición privilegiada, aunque no por eso fácil y cómoda, para conseguir ese ideal.El objetivo de la escuela católica y de nuestros centros será impulsar la identificación profunda de todos sus educandos y miembros de su comunidad educativa con ese modelo.

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